Sobre las 9 de la mañana llegamos al puerto de Barcelona. Eran nuestros últimos instantes a bordo. Apenas nos dio tiempo a desayunar, acabar de hacer la maleta y dirigirnos a la recepción para realizar el check-out.
Nuestro avión no salía hasta por la tarde, así que contratamos un servicio de consigna de equipaje a través de una empresa con la que habíamos contactado. Ellos se encargaron de recibir nuestro equipaje, guardarlo a buen recaudo y llevárnoslo al aeropuerto a la hora que nosotros quisiéramos.
Ya fuera del puerto, libres de equipaje y con la tristeza de abandonar el barco, nos dedicamos a hacer de guía para nuestros nuevos amigos rumanos, que nunca habían estado en Barcelona y que tenían ganas de explorar la ciudad.
Tras una dura despedida y con un calor sofocante, cogimos un autobús con destino el Aeropuerto del Prat.
18.00h Vuelo Barcelona – Palma, llegada
18.45h.
Llegamos a casa a eso de las 19.30h, muy cansados, pero muy satisfechos de haber cumplido uno de nuestros sueños. Mucha gente piensa que los cruceros son para jubilados o millonarios, pero nosotros se lo recomendamos a todo el mundo. Como todos los viajes, un crucero es todo lo divertido, lo barato y lo interesante que uno quiera. ¿A qué esperáis? Todos a bordo!