Justo a la salida nos esperaba el autobús JetExpress TXL, cuyo coste del billete fue de 2,70 euros y que nos condujo directamente hasta la estación de Hauptbahnhof, la más concurrida de la capital germana. Desde allí tuvimos que coger dos líneas de metro hasta Ernst-Reuter Platz, la estación más cercana a nuestro apartamento.
Eran ya las 18.30h cuando por fin llegábamos a la que sería nuestra casa para los próximos 5 días. Allí nos esperaba Anastasia, una chica muy
maja que nos enseñó el apartamento y nos dio su número de teléfono por si nos surgía alguna duda. El apartamento pertenecía a Rocco Stark, que al parecer es algo así como un actor famoso en Alemania.
Estaba en el barrio de Charlottenburg, al oeste de Berlín, algo alejado del centro pero muy bien comunicado si no te
importa caminar 10 minutos hasta la parada de metro. El apartamento en sí era impresionante: salón amplísimo con un sofá enorme, cocina equipada, dos lujosos baños, habitación de matrimonio,
habitación individual con cama grande, etc. El propietario nos dio libertad para usar cualquier aparato eléctrico y consumir cualquier alimento que estuviera en el apartamento a nuestra llegada. El
único requisito era no fumar dentro de la estancia.
Una vez instalados salimos a conocer la ciudad. Estábamos cansados pero queríamos aprovechar y pasear durante unas horas. Así que cogimos el metro en dirección Potsdamer Platz, una bulliciosa zona comercial plagada de enormes edificios de moderna construcción que en nada se asemeja a la devastada zona que fue tras la Segunda Guerra Mundial. En ella aún se pueden apreciar restos del Muro de Berlín que la partía en dos. Siguiendo el surco que señala el antiguo recorrido del muro, continuamos nuestro camino en dirección a la Parisier Platz, donde nos esperaba la majestuosa Puerta de Brandeburgo, símbolo de Berlín y de la Alemania unificada. Algo que pocos saben es que en realidad se trata de una copia de la original, que fue destruida en la Segunda Guerra Mundial.
Después de una notable sesión de fotos, continuamos nuestro camino por la Avenida Unter den Linden, la principal vía de Berlín, que se extiende desde la Puerta de Brandeburgo hasta prácticamente Alexanderplatz. Nuestro recorrido fue corto, ya que estábamos cansados y la noche se nos echaba encima, pero pudimos admirar su arquitectura sobria y ordenada, un reflejo fiel de la sociedad alemana.
Tras una cena ligera, nos dirigimos al apartamento para descansar y tomas fuerzas para el día siguiente.